En este «BB» de horas que es el 2017

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Era ya muy tarde, aunque las gentes aparecían en aquella plaza como si acabaran de levantarse. Arriba, un reloj, blanco, de manecillas grandes y negras, la pequeña, marcaba ya casi las doce y la otra, salto a salto, hacia la cumbre del círculo. Abajo, miles de gentes, irreprimiblemente alegres, por el momento, por los abrazos, por el licor, creo que por pocas cosas más.

Aquella plaza mantenía durante días anteriores una asepsia esterilizante y, de pronto, aquella cosmópolis, marabunta, gentío desmelenado, embadurnaba con papelillos cada bolardo junto al kilómetro cero. Y ese gentío jaleaba cada minuto que pasaba. Algunos vimos, con sus gafas agigantadas en proporciones de payaso, otros con sus gorritos rematados por cornamentas de reno y los demás, en esa recurrencia de salto de felicidad y nervio, repetido y casi patológico.

Sí, era la noche de las uvas, donde muchos hacíamos recuento de gentes, de cosas, de números, de buenos y malos ratos.  Algunos con voz recia, otros con lágrimas borrascosas y los demás, a punto de la inflexión definitiva en sus vidas.

Sus gestos, los de las gentes gozosas de la plaza, eran interpretados puntualmente por los dos presentadores, o tres, de cada turno, de cada año,digamos, los de siempre.

Así que las manecillas de la computadora emocional seguían su curso y todos oscilábamos entre nuestro plato de uvas y aquel reloj blanco de la pantalla de televisión.

Luego el histerismo, las felicitaciones, el escalofrío emocional, los brindis, los buenos propósitos….. para llegar de nuevo al quinto minuto, donde las cosas vuelven a ser como fueron, vuelven a estar donde estaban y los que nos rodean siguen diciéndonos las mismas cosas.

Pero, las campanadas nos trajeron esa ilusión que aunque efímera vuelve a calentar esa puerta metálica de nuestra alma, tan golpeada, tan graffiteada cada día por lo unos y por los otros.

Ahora, el primer mes del año nuevo, nos queda el desparpajo de la osadía, la irresponsabilidad del optimismo, mientras suben unos y otros de los escaños a la tribuna de oradores, lo de siempre.

Así estamos, aquí estamos, en ese enanoide que es este 2017 de apenas  días de estatura, ojalá lo veamos al fin del año, como ese Rey Mago bondadoso y próspero, generoso, y dorado de barba rizada y con la bolsa de regalos muy muy llena…..

Para todos…..

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